PROPAGANDA

Vista aérea de la ciudad, tomada desde la cara oeste del antiguo Campo de Deportes de San Andrés (Archivo Histórico Provincial. Fondo Asociación de Amigos del Museo Numantino)

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Los medios de comunicación, tanto da el formato que tengan, nos están bombardeando a diario con informaciones destacando lo bien que estamos los sorianos y lo brillante que es la provincia de Soria en ni se sabe las parcelas, en casi todas, para qué vamos a engañarnos.

Quien tenga la curiosidad de detenerse solo unos momentos en lo que nos cuentan y no conozca la realidad de Soria seguro que se hará de cruces. Resulta que los estudiantes sorianos destacan en tantas cuantas disciplinas compiten aunque no a mucho tardar tengan que abandonar su tierra buscando fuera las perspectivas que no tienen aquí; recibimos turistas a montones –da la impresión de que no caben en las calles-, y el grado de ocupación de los establecimientos hoteleros roza casi siempre el lleno, sobre todo en fechas concretas, lo que se nos recuerda machaconamente con una periodicidad cíclica y se nos ofrecen unas cifras que por supuesto no se las creen por mucho empeño que tenga el transmitente y buena  voluntad el receptor quienes viven la realidad del día a día y mucho menos los más directamente concernidos por el negocio; las listas de espera en los hospitales bajan a ritmo de vértigo, vamos que casi no existen, como si no conociéramos casos concretos, con nombre y apellidos y circunstancias, de que eso no es así; tenemos un medio ambiente y, como se dice ahora, unos recursos naturales, artísticos y monumentales incomparables con los que se nos regala a diario el oído y alimenta nuestro ego; los avances en cualquier área que tenga que ver con lo social, sea la que sea, están a la altura de los mejores; nuestras actividades culturales más relevantes son un foco de atracción para los de fuera que los ciudadanos de a pie no nos podemos imaginar, y hasta somos los que más jugamos a la Lotería de Navidad y El Niño con diferencia… De las infraestructuras en general (lo de la depuradora de residuales, por ejemplo, hace tiempo que sobrepasó con exceso el límite de lo tolerable, sea quien sea el responsable) y de las comunicaciones, ya sea carreteras o tren, es mejor no hablar, que para eso están los políticos, para soltar peroratas y casi siempre vacuidades producto del argumentario repleto de la palabrería que manejan los partidos para la ocasión con las que pretenden entretener –si es que no engañar, digámoslo con claridad y sin ambages-  al personal con falsas promesas que de antemano saben ellos que se no van a cumplir porque son de difícil –más bien imposible- cumplimiento. Y por qué no otros actores de la vida cotidiana y también los poderes fácticos, que en esta santa provincia, aunque no se crea, también existen y se les conoce. La lista podría ampliarse sin más tarea que la de tomarse la simple molestia de hojear el único medio escrito que sale a diario (los que tienen otra periodicidad tampoco son una excepción), escuchar los boletines de radio o ver los informativos de la televisión local. Da la impresión, en fin, según este apresurado análisis, de que somos los mejores en todo, o en casi todo, no vayamos a pasarnos, por más que no lideremos el ranking de nada o de poquísimo como no sea el de la pérdida de población que se produce a diario y a chorros y lo que es más grave sin ninguna señal en el horizonte de que no solo a corto sino tampoco a medio y largo plazo se pueda cortar la sangría que llevamos escuchando a modo de cantilena toda la santa vida, y uno ha cumplido ya unos cuantos años.

Bien pues todo esto lejos de ser información, no deja de ser más bien propaganda en el sentido más chabacano del término con la que ir pasando malamente el tiempo a la espera de que algún día el viento pueda soplar en la dirección que no lo hace. Mientras tanto, todos tan contentos. Es un decir.

¡Ah!, la última de hoy mismo (10 de enero de 2018). Desde Valladolid se ha desplazado a Soria en este día invernal, la directora general de Políticas Culturales de la Junta de Castilla y León, para anunciar con la parafernalia habitual que la exposición “Schulten y el descubrimiento de Numantia”, que ha estado abierta en el Museo Numantino desde finales del mes de julio, ha cerrado con 20.000 visitantes pero no se le ha escuchado que haya traído propuesta concreta alguna para actuar en el yacimiento, que es por donde quizá podía haber empezado para poder ser tomada en serio la buena señora.