LOS NOMBRES DE LAS CALLES

Vista parcial de la ciudad desde la cara norte del Castillo (Joaquín Alcalde)

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Que el callejero de la ciudad necesita una actualización y, sobre todo, una revisión a fondo, está fuera de toda duda. Es más, desde hace años se viene echando en falta una Ordenanza o la figura jurídica que sea que contemple el criterio para poner nombre a las calles.

Sobre estas cuestiones, que de entrada pudieran resultar irrelevantes, no es la primera vez, ni a buen seguro será la última, que nos ocupemos.

Que la ciudad cuente con un callejero puesto al día y riguroso en su contenido, es una de las tareas que han venido soslayando las sucesivas corporaciones municipales desde hace algunas décadas. Pues si uno no está equivocado, que acaso pueda estarlo, el último plano-guía-callejero oficial editado por el Ayuntamiento de la ciudad está fechado en el año 1983. Bien es verdad que con posterioridad han aparecido algunas otras publicaciones que si bien han sido patrocinadas o avaladas indirectamente por el Ayuntamiento no han dejado de ser sino iniciativas particulares que no tienen o no se les puede conceder la consideración de oficiales.

Viene este preámbulo a cuenta de que en el último número del Boletín Oficial Plaza Mayor, el correspondiente la Navidad 2017, el Alcalde en su saludo a los vecinos el hablar de la Cabalgata de Reyes y recordar el trayecto dice que la comitiva pasará por el Paseo del Collado, así, como suena, lo que en el mejor de los casos no deja de ser una novedad, pues que se sepa hasta ahora, con independencia de que a la céntrica vía siempre se le haya conocido por el Collado, sin más, es cierto que en el callejero oficial siempre ha figurado con el nombre común de calle por delante. Así figura en las publicaciones oficiales del Consistorio como en tantas otras. Porque así, Calle El Collado, se le ha llamado siempre y la hemos llamado los sorianos al margen de que en otros tiempos su denominación oficial haya respondido al de General Mola -el más reciente- y de Canalejas con anterioridad.

En cualquier caso, el cambiar de la noche a la mañana la consideración de las calles no es de ahora. No hay más que fijarse, por ejemplo, en Eduardo Saavedra para advertir que en una manzana se identifica como calle y en la siguiente como avenida; lo mismo ocurre en la antigua avenida de la Victoria, hoy Duques de Soria, pues al final de uno de los tramos puede leerse avenida y en el comienzo del siguiente, calle.

Claro que más curioso resultó en su día con Marqués del Vadillo (se dice bien, con artículo contracto y no con la preposición de, que es la que machaconamente y quizá por desconocimiento se utiliza). Ocurrió con ocasión de la sustitución hace unos años de las placas de las calles en la zona centro para colocar otras de diseño más moderno.  Pues resulta que por las buenas al ponerse la placa nueva se cambió el nombre de calle por el de plaza sin más contemplaciones.

Son algunos de los casos concretos que se le ocurren a uno a la hora de escribir. Pero hay más, bastantes más que hacen necesaria una nueva edición del callejero. Será cuestión de volver en otra ocasión.